lunes, 1 de octubre de 2012

Calor - (2008)



Bajo un sol infernal, Charlie conducía su Jeep a toda prisa buscando algo o alguien en quien poder confiar, alguna esperanza de vida inteligente, o al menos, de inteligencia. Todo lo que tenía eran unas botellas calientes de agua, un saco de dormir y unos cuantos euros en la cartera. Constantemente se limpiaba el sudor que caía constante e imperturbable de su rojiza frente. Sin esperarlo, alguien apareció hacia su lado derecho, pidiendo que se detuviera.

...

Javier "Hinchao" Rodríguez caminaba por las tierras andaluzas sin destino y sin principio, sin un índice al que aferrarse y sin ningún desenlace en su guión vital. Su rostro, descompuesto, desencajado, horrible, asustaba a todo aquel que encontraba, lo cual para él era una ventaja, ya que sobrevivir le era más sencillo. Cualquier atisbo de humanidad le producía gran temor, mayor que el que él daba a sus víctimas. Pero, ¿no era acaso él la principal víctima del mundo que le había visto nacer y crecer? Mientras Javier pensaba esto, vio acercarse a vertiginosa velocidad un enorme vehículo con, lo que parecía ser, un enjuto ser humano en su interior. Javier no lo pensó más y se abalanzó en busca del coche. Un hombre corría peligro.
...

"Quítate de en medio", pensaba Charlie. Abrió la ventanilla del Jeep y en su perfecto inglés gritó al chalado aquél que se quitase de allí. Desgraciadamente el inglés de su interlocutor era inexistente y apenas se comunicaba mediante berridos. Cuando se acercó y se vio próximo, comprobó que estaba ante un ser horrible, con pocos dientes, calvo por delante y melenudo por detrás, moreno de piel, con largas y fuertes uñas a modo de garras, inmenso, enorme, acongojantemente espantoso, dañino para la vista. Impresionado, rápidamente intentó acelerar su coche, pero tan pronto como lo intentó, aquel "animal" se lanzó sobre una de las ventanas traseras, atravesándola con violencia, penetrando en el vehículo y manchando los sillones con su sangre y su sudor. Charlie perdió el control del Jeep y éste acabó estrellándose en uno de los múltiples arbustos que rodean el duro, seco y complicado paisaje del interior de Andalucía.
...

El "Hinchao" se limpiaba la sangre con sus sudorosos brazos tostados por el incesante sol mientras contaba el botín del día. Apenas eran 15 euros, pero para los ojos de Javier eran todo un tesoro. Las cantidades siempre son relativas, pero para alguien que no sabe contar como cuentan los demás, las cifras son aún más imprecisas. Y aquel alborozo realmente no era para menos, tenía dinero, tenía un coche para vender, y tenía carne para comer durante algunos días hasta que las larvas comenzasen su trabajo. Mientras tanto, en el horizonte, una culebra se restregaba el cuerpo en la arena, con el sofocante y tenebroso calor tocando su hermosa piel, mientras dos lobos aullaban señalando el fin y el inicio de nuevas vidas y nuevas muertes, al son que marcaba el anochecer del Aljarafe.

Antonio Sierra (2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario