domingo, 11 de noviembre de 2012

El cerebro es un grandísimo hijo de puta


Dice Punset, que el homosapiens dio un gran salto evolutivo hacia el hombre actual en el momento que empezó a cocinar, o como dice él, "cocinar nos hizo humanos" y que fue clave en el desarrollo del cerebro y de la inteligencia.
El fantástico escritor Terry Pratchett tiene su propia teoría acerca de cómo esa especie de homínido llego a ser el particular individuo en la cúspide de la naturaleza que es hoy en día y es que según él, el hombre cuenta con una virtud o defecto que no comparte con ningún otro ser que habite este planeta: El aburrimiento. Esa extraña capacidad para contemplar el universo y pensar "Vaya, todo igual que ayer, qué aburrido. Me pregunto qué pasará si estrello esta roca contra esa cabeza". Según nuestro escritor "El día en que alguien saque el tapón del fondo del universo, su cadena te llevará hasta algún capullo que estará diciendo: «Solamente quería ver qué pasaba»".
Todo esto, lo bueno y lo malo, las cualidades necesarias para adaptarse e innovar consiguiendo algo como la cocina (que podríamos adaptar la teoría de Pratchett a la cocina de autor moderna...) viene de un único órgano en nuestro interior, el cerebro, compañero de fatigas de casi la totalidad de las especies que pueblan el planeta, aunque en nuestro caso ¿tan especialmente desarrollado como innecesario?

¿Qué nos ha otorgado el cerebro? Si pensamos en la evolución del resto de especies podremos observar en mayor o menor medida que su cuerpo está perfectamente adaptado al medio en el que viven hasta tal punto que algunos casi parecen herramientas en sí mismos, como por ejemplo la larga lengua del oso hormiguero, el buche del pelícano o el cuello de una jirafa entre los más obvios de los cientos de miles de ejemplos que pone a disposición la naturaleza. Incluso siendo un poco más extremos, y sin querer entrar en debates vegetarianos sobre si las plantas sienten, es innegable que como seres vivos la flora que puebla el planeta es en sí misma un diseño perfecto. Árboles de duras cortezas que saben medir el tiempo y las estaciones y prepararse para la época de fruto, o memoria para adaptar el grosor de sus troncos en función de los acontecimientos naturales que hayan sufrido durante su vida, como heladas o huracanes. Pequeñas plantas que han sido capaces de evolucionar a lo largo de millones de años para atrapar diminutos insectos mediante movimientos más propios de la fauna. En ningún momento desde su aparición en la tierra hace millones de años han necesitado un cerebro. Convierten el dióxido de carbono en oxígeno sin necesitar ningún tipo de elemento nervioso en su interior. 

El ser humano está entre los elegidos para poseer un cerebro de gran tamaño y sobre todo de una complejidad incomprensible, y ¿De qué nos ha servido? Nuestro cerebro adapta el entorno, y lo que conseguimos a cambio es una reducción de la fuerza física, de cada uno de nuestros sentidos; nuestra vista o nuestro olfato palidecerían de vergüenza si los tuviéramos que comparar con el de algunos animales, nuestro tacto o gusto son ridículos sobre la percepción que nos proporcionan. En lugar de obtener las ventajas físicas de cualquier otra especie nuestro cerebro lo suple con esfuerzo y sacrificio. Máquinas gigantes de metal bajo el agua para algo tan en apariencia simple como son las aletas y las branquias de un pez. Toneladas de combustible sobre una auténtica bomba de relojería con motores como es un avión para suplir el el plumaje sobre unas extremidades tan ligeras como son las alas de un pájaro. 

¿Hasta qué punto al ser humano le ha compensado el cerebro? Sin duda estamos en la cima de la evolución en este planeta, pero ¿A qué precio? Gracias a nuestra capacidad de pensar, innovar o aburrirnos estamos a punto de crear un colapso en cada capa del ecosistema de la Tierra, y nosotros seguimos tan panchos. "¿Qué pasara cuando haya tantos habitantes que los recursos de un solo planeta no sean suficientes como para abastecernos? Habrá que probarlo". El aburrimiento. Si simplemente la naturaleza nos hubiese dado un cuerpo adaptable como al resto de las especies igual ahora solo seriamos unos primates más erguidos sobre dos piernas. 

¿Por qué lo complicamos todo? La mayoría de las especies tienen una serie de capacidades o cualidades casi infalibles para encontrar pareja, ¡incluso son capaces de detectar enfermedades y tumores! Se dice que en los mamíferos el patrón para una pareja óptima esta basado en la cantidad de fluctuaciones asimétricas que poseemos en nuestros cuerpos. Una menor simetría implica una mayor cantidad posible de defectos. Simetría. Todo parece bastante sencillo. Incluso todos conocemos el ritual de muchas especies que sirven para demostrar las capacidades y cualidades de cara a obtener la mayor calidad en la reproducción: fuerza, mando, poder o recursos pueden ser lo más útil para la seguridad de supervivencia. Entonces, ¿en qué punto el cerebro humano consideró factible para encontrar pareja algo como "Que bien perrea este tío, seguro que eso garantizara mi seguridad y la supervivencia de mi prole"?

Joder, naturaleza, ¿por qué en vez de cerebro no me distes alas para largarme volando de este planeta de gilipollas?

1 comentario:

  1. El concepto "ser humano" nos hace meternos a todos en un mismo saco, qué le vamos a hacer, así es el lenguaje. No obstante, hay seres humanos que han desarrollado formas de captar energía sin destruir recursos, pero a otros seres humanos no les sale de los huevos llevarlos a cabo.

    Y es que el ADN es un "software" muy complejo, y el del "homo sapiens" ni te cuento. Porque si no son "software" no tiene sentido que fallen (según lo que entendemos o lo que nos han impuesto entender por "evolución").

    Algo tenemos que escribir, ya que "no todo va a ser follar", Krahe dixit.

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