jueves, 9 de mayo de 2013

Crónicas desde mi hígado. (II Parte)

"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo."
Friedrich Nietzsche.

Hoy es domingo. Al fin. El día grande. El siete es un número muy místico para diversidad de civilizaciones. Y no podía ser de otra forma que el domingo sea considerado como el séptimo de la semana. Me dirijo al bar de mi amigo Lorenzo. Toca otro homenaje al dios Dionisio, nos beberemos su creación.

Paseando por la calle uno puede apreciar la expresividad de la gente. Unos jóvenes escriben un grafiti, cosa que ya hacían en Pompeya, pero son felices creyéndose originales; un chico le entrega una rosa a la que imagino que es su novia, el cortejo de toda la historia; dos vecinos discuten sobre fútbol, el nuevo circo romano; y, a lo lejos, una paloma asiste a la representación del gran teatro esperando los trozos de pan que le lancen las madres que vigilan a sus niños en el parque.
Ya estoy cerca de la Taberna Sin Saciones. Curioso nombre le puso Lorenzo. Un tipo peculiar. Un hombre interesante a la par que débil. Siempre preguntándose por el sentido de lo que le sucede. Preocupado por su gente. Cohibido por la regla social de la eterna lucha entre "lo que quieres hacer y lo que esperan los demás que hagas". Suele ganar lo segundo. Alguien cuyo objetivo en la vida nunca está claro pero que intenta encontrar eso que los griegos llamaban eudaimonía y nosotros felicidad, eso que sólo aparece en momentos breves y que jamás podrá ser descrito.
Entro ya en el local, a partir de ahora me sumergiré en el mundo del alcohol, la amistad, las mujeres fáciles, y las conversaciones pseudoabsurdas. Quién sabe si esto es felicidad o perder el tiempo de mi existencia. Lo que sí tengo claro es que no hablo de mis amigos a gente extraña, ¿o de verdad creías que definía antes a Lorenzo? ¿O sí? ¿O puede que describiera a alguien en general? O, quizá, lo que hice fue hablar de ti.

2 comentarios:

  1. Me gusta la comparación con la época clásica como para esperar que tu hígado no sufra el tiro de ningún chupito de tequila mientras hace de corresponsal.

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